New Orleans
New Orleans no es el mundo. Es un sombrero de naftalina que come circulares perfiles de cobre. A los zapatos rotos les crecen músicos que renacen de las boquillas de los saxofones. El sudor consume rápidamente los tarros de cerveza, y a las once treinta todas las mujeres que abandonan, tienen nombre de Lucille. La tristeza abandona el cuerpo en forma densa, se va despejando y mezcla con los gritos silenciosos de un hombre alcoholizado.
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