impresiones del crepúsculo

miércoles, enero 11, 2006

Dos paises, dos poetas

enamorados de las mujeres, la naturaleza y la buena cerveza.

Después de pasear por la ciudad, observar con detenimiento a los árboles, las personas a nuestro paso, la indeferencia del mundo con los demás; no había saludos, ni sonrisas para los extraños, se las habían guardado. También la tienda de souvenirs estaba cerrada, seguro, era domingo, uno llega a pensar que como a uno le gusta pasear, disfrutar del sol que cae como martillo sobre nosotros, apesar de ser Noviembre, pero no, las personas prefieren la «comodidad» de sus salas de estar, la T.V.,etc. Enrique Silva y yo, nos dimos cuenta de que no importa tanto el nombre del país o el idioma que hablen sus habitantes; sin duda bajo sus ojos hay niños lejos de la sonrisa, adultos que olvidaron su ñiñez en algún cajón de su escritorio, poetas demasiado serios y solemnes (olvidaron la dulzura del viento, el calor de la piel de una mujer)
Pero, Enrique, chileno, yo mexicano, con una distancia de 13 horas en avión entre nuestros hogares, con millares de diferncias, pudimos conciliar en la mesa de un restaurante, beber un par de cervezas oscuras e intercambiar cigarrillos, claro, el tenía sus Marlboro Light; yo, mis Delicados cien por cien mexicanos (no lo deje desarmado, le obsequié unas cajetillas). Me dió gusto conocer a un poeta que comparte la pasión por la simplicidad, la voz primaria y sincera de la poesía.