impresiones del crepúsculo

sábado, enero 21, 2006

Intento de certeza

Cuando veo tus ojos tan de cerca y puede sentirse tu aliento reventando como ola contra mi cara, mis ojos recorren tu rostro de sur a norte; lo admiro, como se admira un hermoso paisaje o un cuadro profundo, tan lleno de significados. Casi de inmediato los sonidos que no provienen de ti enmudecen, como guardando distancia del suceso único de saberte tan real, y cada vez, el sentimiento se repite en una eterna novedad, un amanecer con un sol nuevo, niño que estira sus dorados rayos en todo el firmamento, todo nuevo como una pincelada que lo cambia todo en ese cuadro profundo.
Pero, cuando nos fundimos en un beso, un beso de esos donde podemos vernos sin ojos, donde nuestros rostros se dibujan en nuestra mente, por los contornos trazados por nuestras lenguas y los labios, el universo entero converge en un cono que termina sobre nosotros, los alrededores se licúan en espirales enormes, los colores se mezclan y el tiempo (en nosotros) se detiene.

En las mañanas me despierta el silencio,
grita tu nombre que gira desde lo hondo de mi ensueño,
te amo en la oscuridad de mis ojos cerrados,
desde mi cama fría y desde los otros objetos.

Amanezco con el alma húmeda,
el cuerpo húmedo como a la orilla de un puerto a donde no llegas,
con todas las naves escondidas tras la niebla.

Te amo desde el mar de sábanas frías donde naufrago,
naufragan mis besos vencidos por el peso de la nueva luz,
y necias las horas pasan lento como peleando con el crepúsculo,
pero la Luna con su orquesta de luces llegará sin duda,
y con ella nuestro encuentro.

Al pie del puerto con la sal entre mis pestañas,
te amo como se ama al cielo encendido,
te busco como el marinero busca tierra cuando esta perdido.

En las mañanas te amo,
desde mi cama y desde mi cuerpo,
con los ojos cerrados y el corazón abierto.

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