impresiones del crepúsculo

lunes, junio 26, 2006

II

Dos de la mañana,
arrojo el humo entre los dientes,
imploro trascendencia,
en un precario intento de conquistar el silencio.

Déjame tocarte el contorno de la mano,
besar tu rostro furtivo y profundo
donde convergen sangre y hielo.

Déjame desvestir el misterio de las sombras,
istmo entre mares,
déjame darte a beber luz infinita,
sin dejar de ver el contorno de tu mano.

Dos de la mañana.
No brota humo de mi boca,
el silencio sigue intacto,
gesto fundador de la madrugada.