impresiones del crepúsculo

jueves, diciembre 29, 2005

Sueño


Sueño, del latín somnum.
Esta palabra, designa tanto el acto de dormir como el deseo de hacerlo (tener sueño). Para el acto de soñar existe la palabra específica: ensueño, pero suele utilizarse también la genérica (tener un sueño = soñar). El adjetivo correspondiente a ensueño-sueño es oniríco (del griego ónar, o sea “ensueño"). Por analogía con el ensueño (que cumple a menudo fantasías del durmiente), se llama también sueño a cualquier anhelo o ilusión que moviliza a una persona. Estas palabras usadas con una frecuencia espeluznante y en frases de tan poca hondura, se sueltan sin discreción y en un tono de iguales: «Tengo sueño» frase seguida de un estirón de cuerpo o un bostezo; o bien «Tengo un sueño», utilizada con el mismo gesto de desgana, sin darse cuenta que «Tengo un sueño» conlleva a un significante hondo, muy hondo.Soñar es la representación mental de imágenes, sonidos, pensamientos o sensaciones durante el sueño, generalmente de forma involuntaria. El acto de soñar se produce durante una fase del sueño llamada fase «REM» (Movimiento Rápido de los Ojos, por sus siglas en inglés Rapid Eye Movement) que tiene lugar en el último tramo del ciclo del sueño, claro ahora te acabo de dar el por qué del nombre de esta buena banda Gay-vegetariana, que la verdad me gusta bastante y que en sus rolas también tocan temas dignos de ser parte de un sueño: If you believed they put a man on the moon, man on the moon.Además de los músicos, los holgazanes y dormilones; en la historia han existido personas preocupadas por los sueños, por ejemplo. A principios del siglo XX, Sigmund Freud retoma la cuestión desde una perspectiva racionalista con su «Interpretación de los sueños» (1900). El análisis de los mismos es para él la vía regia de acceso al inconsciente. Los psicoanalistas posteriores, ortodoxos o no, persisten en este empeño.Desde una perspectiva distinta a la terapéutica, el surrealismo preconiza también la observación de los sueños. Las revistas del movimiento ponen de moda la anotación de las fantasías nocturnas. En su obra «Los vasos comunicantes» (1932), André Bretón expone su visión del fenómeno y, al mismo tiempo que reconoce la aportación de Freud, polemiza con él por encontrarla insuficiente, aun así, todo intento por profundizar sobre el tema, es una vana brisa sobre la arena. Es innumerable la lista de personajes y teorías sobre este espectacular suceso: SOÑAR. Si le agregan a esta receta una pizca de fantasía, no hay siquiera que cerrar los ojos para hacerlo, la danza de las imágenes va aun más lejos que la repetición de la memoria, es una danza de memorias no vividas con el cuerpo, así, uno puede desarrollar escenas, olores, colores, texturas, sonidos y volar sin artefactos, caer del suelo al cielo, etc. He explicado tanta cosa con la única intención de aclarar que cuando estoy contigo, Sueño, indudablemente; juegan las hadas alrededor de mi cabeza, mi corazón es un tambor de algún niño en la lejana África llamando a todos a la fiesta de estar vivos, mis manos no encuentran mas misterios lejos de tu isla, te veo y nos veos, juntos, y sigo soñando. Tu amor es una droga que provoca ese delicioso acto de soñar sin restricciones de tiempo, espacio, cuestiones económicas, ni la tontería de ser adultos. Contigo se puede ser lo mismo: comediante, intelectual, el mejor espadachín del mundo armado de una vara de tabachín, todo. La vida, el caminar bajo las plomizas nubes, cocinar, prepararte un te inglés, releer «El Principito» o ver una película, tiene su dosis de magia.

viernes, diciembre 23, 2005

Azulverde

miércoles, diciembre 14, 2005

La Poesía...

de León Cartagena tiene eso que yo llamo «indispensable» en un poema y que tiene que ver con el peso simbólico del mismo (que es lo que le da el valor espiritual al texto y determina su futuro) Este peso, bien puede llamarse la honestidad u hondura, de la cual brota el poema, que generalmente (y con el tiempo) se va perdiendo, la poesía se va convirtiendo en un asunto sumamente intelectual, pragmático, racional, técnico y rebuscado. León aún conserva la transparencia necesaria para escribir buena poesía; yo tambièn, como él, creo en el poder de las imégenes y el ritmo para hacer buena poesía («el sol se astilla en la cresta de una ola», «el cielo arde de estatuas blancas», etc) Me alegra conocer a alguien que, pese a todo, sabe valorar la frescura en la poesía.
Su poesía sirve para curarme del montón de intelectualoides con aire de poeta enfermo de tuberculosis que me anda rondando, con sus poemas se puede orear uno el alma.
Maule, Coronel., Chile. Diciembre de 2005

ENRIQUE SILVA RODRÍGUEZ
Poeta y Narrador
(Concepción, Chile. 1961)